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  1. Autodeterminación de los pueblos.

    Libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. La libre determinación está recogida en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. También numerosas resoluciones de la Asamblea General de la ONU hacen referencia a este principio y lo desarrollan: por ejemplo, las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV) ó 2625 (XXV), relativas al derecho de autodeterminación de los pueblos coloniales. Es un principio fundamental del Derecho internacional público y un derecho de los pueblos, que tiene carácter inalienable y genera obligaciones erga omnes para los Estados. Incluso, de acuerdo con muchos autores, la libre determinación ha devenido norma de ius cogens.
    El concepto de libre determinación tiene una gran fuerza y un carácter especialmente polémico. El Comité de Derechos Humanos ha puesto de manifiesto su naturaleza fundamental al señalar que es requisito necesario para la plena efectividad de los derechos humanos individuales. Pero su mención en el discurso político contemporáneo puede levantar temores de desestabilización, incluso violenta; también se ha asociado con posiciones políticas extremistas y chauvinismosétnicos. La Revolución francesa se considera un paradigma básico de cómo el pueblo derrocó a la monarquía y a la aristocracia en el poder, y estableció un régimen republicano donde el pueblo se gobernaría a sí mismo.
    Esta multiplicidad de sentidos se deriva de que la libre determinación está estrechamente ligada al término «pueblos», término que es a su vez problemático y que no ofrece un único significado. Por el contrario, tanto la doctrina como los Estados u otros agentes internacionales han tratado de hacer valer sus respectivas concepciones. A partir de 1960, la definición de los pueblos coloniales como sujetos de la libre determinación supuso un impulso esencial para la descolonización y colaboró en una auténtica universalización de la sociedad internacional. Una concepción mayoritariamente occidental considera también «pueblo» al conjunto de habitantes de un Estado unitariamente considerado, mientras que diversas minorías nacionales o pueblos indígenas dentro de Estados se han autodefinido como pueblos. Sus reivindicaciones ponen de manifiesto la tensión y los conflictos que existen entre el derecho de libre determinación de los pueblos y la integridad territorial de los Estados.

  2. Soberanía.

    El término soberanía es una palabra que con el correr del tiempo y los cambios políticos y sociales que en ese lapso se fueron produciendo fue adquiriendo nuevas connotaciones y alcances, por esta razón es que no existe una única y universal referencia hacia el término, sino que será necesario precisar como evolucionó a través de los siglos para tener una acabada idea de lo que implica hoy en día.
    La primera y más clásica definición acerca del término soberanía la dio en el siglo XVI Jean Bodin en su famosa obra Los Seis Libros de la República, allí Bodin decía sobre la soberanía que era el poder absoluto y perpetuo de una República. Más tarde, en el siglo XVIII, en la antesala de la Revolución Francesa que tantos cambios trajo aparejada en materia política, el pensador francés Rousseau dijo sobre ella y añadiéndole un cambio realmente sustancial, que la soberanía pasaba a estar representada por el pueblo mismo de esa República que antes hablaba Bodin. La soberanía entonces da origen al poder, el ciudadano que enajena sus derechos a favor de la autoridad vigente, contribuyendo no solamente a crear autoridad sino también comprometiéndose a obedecerla como sea.

  3. Cooperación.

    Cooperar significa ayudar o colaborar con alguien con el fin de facilitarle un apoyo. Cooperar implica el ofrecimiento a los demás y, por lo tanto, la cooperación se encuentra normalmente asociada a la solidaridad, al altruismo o a la generosidad.
    No existe un único motivo para la cooperación, pero de alguna manera se ofrece la ayuda por un sentimiento de empatía hacia los demás o porque el ser humano suele contemplar la idea de que hay que hacer por los demás lo que desearíamos que los demás hicieran por nosotros.
    Lo opuesto a la cooperación está vinculado a sentimientos egoístas y, por otra parte, la no cooperación supone un desinterés hacia las necesidades ajenas. Cuando hablamos de ayuda o cooperación no debemos pensar exclusivamente en los humanos, pues hay animales que tienen actitudes colaboradoras (normalmente aquellas especies que viven en grupos y que tienen pautas de convivencia, como los chimpancés o los elefantes).

  4. La cooperación internacional.

    En la actualidad se habla del mundo como una aldea global y en este contexto se ha consolidado en las últimas décadas el concepto de cooperación internacional. Existen organismos y entidades cuya función primordial es prestar su apoyo a aquellos países o regiones cuyos habitantes no pueden satisfacer sus necesidades básicas. De hecho, existe la figura del cooperante, alguien que de manera voluntaria y altruista aporta su grano de arena en favor de algún proyecto humanitario.
    La cooperación internacional presenta múltiples variantes: proyectos educativos, sanitarios, agrícolas, en relación con catástrofes naturales, con refugiados, con causas medioambientales y un largo etcétera. Es en este contexto donde han aparecido las ONGs, entidades sin ánimo de lucro que intentan paliar las carencias de aquellos colectivos más necesitados.

  5. Complementariedad.

    Este concepto es el resultado de combinar los principios clásicos de economía de división del trabajo y ventaja comparativa: la complementariedad implica que cada actor de la cooperación concentre su intervención en los ámbitos en los que más valor añadido puede aportar, en relación con lo que hacen los demás. Es un concepto esencial en la eficacia de la ayuda, introducido por la Declaración de París como parte del principio de armonización.

  6. ALCA vs. ALBA.

    Presidentes Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Raúl Castro, Comandante-Líder Fidel, cuenten con nosotros en esta hora crucial para la dignidad, soberanía y unidad de Nuestra América. 
    Congreso Bolivariano de los Pueblos hacia la Unión Bicentenaria de los Pueblos 
    Los reiterados ataques abiertos y solapados en contra de la Alianza Bolivariana para América Latina (ALBA-TPC), su creador y sus miembros, originados en la caverna del Minotauro imperialista, hace imperativo el mayor conocimiento de la entidad, su filosofía, objetivos, realizaciones y metas, como armas eficaces para la adecuada defensa de esta portentosa iniciativa humana. 

    Orígen y filosofía.

    La historia registra que la idea original del ALBA la presentó el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, en el regio escenario de la III Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, realizada en diciembre de 2001, en Isla Margarita. 
    Según declaró su proponente, el ALBA se opone rotundamente al neoliberalismo, la globalización, al ALCA y a la OMC. Ello es así, aseguró, porque “el ALCA no es una solución para América Latina” y, advirtió que “suscribir ese acuerdo significaría firmar el acta de defunción de nuestros pueblos, es decir, de nuestros hijos”. 
    Oficialmente la institución fue creada en el mes de diciembre de 2004, durante reunión sostenida en La Habana, por los presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, respectivamente, momento trascendente en que firmaron los protocolos de su fundación. 
    En la actualidad forman parte del ALBA-TPC, además de los dos países ya citados, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, la Mancomunidad Dominica, San Vicente y Las Granadinas, mientras que son países observadores y miembros aliados: Grenada, Haití, Paraguay, Uruguay y Siria. 
    Durante la V Cumbre de la entidad, realizada los días 28 y 29 de abril de 2007, en Barquisimeto, Venezuela, se conmemoró el primer aniversario del Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) firmado en La Habana, el 30 de abril de 2006, entre Venezuela y Bolivia, y se evaluó el desarrollo de sus programas y proyectos aprobados en el Primer Plan Estratégico y la cooperación e integración llevadas a cabo durante el año 2006. 
    Los participantes en el evento acordaron reforzar la creación de empresas, estrategias y programas Grannacionales conjuntos de todos los países, en sectores y materias, entre otros, educación, salud, energía, comunicación, transporte, vivienda, vialidad, alimentación y minería. Se consideró que las mismas ayudarán a reducir las funestas y agresivas acciones de empresas trasnacionales y las de organismos financieros internacionales, en perjuicio de la mayoría de las poblaciones. 
    Esta formidable iniciativa humana fue concebida –y lo es en la realidad- como forma viable de integración y unión de América Latina y el Caribe, con fundamento en un modelo de desarrollo humano, independiente, con prioridad a la complementariedad económica regional, que posibilite el crecimiento sostenible de todos los actores y fortalezca la cooperación, con vigencia de la solidaridad y el respeto mutuo. 

    Fundamentales principios rectores:

    • El ALBA centra su atención en la lucha contra la pobreza y la exclusión social; ve el comercio y a la inversión como un medio para lograr ese fin. Más concretamente, considera que el comercio y la inversión no deben ser fines en sí mismos, sino instrumentos para alcanzar un desarrollo justo y sustentable
    • El ALCA, por el contrario, plantea y sostiene una liberalización absoluta del comercio y de la inversión. Este es su fin en sí mismo y su objetivo último. Ya los habitantes de Indo América y del mundo en general, están pagando las mortales consecuencias de su vigencia y aplicación. 
    • El ALBA se afirma a partir de las necesidades comunes en América Latina y el Caribe. Hace énfasis especial en el desarrollo humano, mientras que el ALCA, como ya hemos planteado, prioriza los aspectos económicos y comerciales. 
    • El ALBA concreta una visión alternativa a los acuerdos de libre comercio, con fundamento en tres principios básicos: 1. Oposición a las reformas de libre mercado; 2. No limitar la acción reguladora del Estado en beneficio de la liberalización económica, y 3. Armonizar la relación Estado-mercado. 
    • El ALBA también se diferencia del ALCA, en el enfoque y gestión de los asuntos sociales, culturales, históricos, económicos y ambientales. Plantea una propuesta a los 9 puntos en discusión con base en criterios más sensibles y socializantes, en la relación Estado-sociedad-medio ambiente, enmarcada en el respeto a los derechos humanos, a los trabajadores, de género y biodiversidad. Hace énfasis en el trato diferencial a los países más pobres y contempla la creación de un Fondo de Convergencia Estructural, como mecanismo para reducir las asimetrías regionales. 
    El ALBA, contrario a las propuestas neoliberales del ALCA, según advirtió el Presidente Chávez “supondría la formación de zonas libres de analfabetismo, de desnutrición infantil, de personas sin vivienda y de destrucción del ambiente”, tal como ocurre en la actualidad.